Dicen los sabios y los Aj´quijab que el mundo da señales. También lo dice Don Juan Matus y James Redfield. El problema es que hemos perdido la capacidad para ver. Miramos por encima, rápido, sin ver. Pasamos mensaje por mensaje de Face, de Twitter; imagen por imagen de Instagram o Pinterest.
Lo que para las culturas ancestrales y los textos de sabiduría perenne era una transmisión de Arriba hacia Abajo, de lo Mayor a lo Menor, ahora se ha convertido en un ejercicio de COPY-PASTE. Los Mayores copiando a los menores y pegando en nuestros archivos lo que creemos nos hace importantes y respetables. Ellos no quieren el copy-paste sino el original. Lo que pasa es que estamos perdidos. Hemos extraviado el camino. Hemos abandonado la búsqueda. Nos hemos «sentado a la vera del camino, cansados y desalentados» como diría Freinet. Y ellos no están haciendo sus caminos sin mapa ni guía. Quizás así sea mejor.
Dejamos de escuchar con el corazón, de ver con la conciencia y de hablar para el otro y no para sí. Por eso no encontramos las señales. Porque nos negamos a darles existencia.
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